viernes, 29 de marzo de 2019

Favores de Antonio Molle Lazo (2)



Esteban Goñi,   Ciudad Jardín Córdoba, 7 de mayo de 1951


     El día 6 de junio pasado (1950), caí en la cama con una fiebre muy elevada y llamando el médico con urgencia, que se presentó en seguida, diagnosticó que lo que padecía era una muy fuerte pulmonía con complicaciones del corazón, y que mi estado era muy grave.

     Como ésta es la tercera pulmonía que he padecido, figúrese, amado Padre, la consternación que eso produjo en toda la familia. Además de poner en práctica todos los remedios que mandaba la ciencia, tanto la familia como muchas personas amigas y religiosas de diferentes institutos, pidieron por mi salud a diferentes Santos. Y yo, como también conocía que estaba muy grave, aunque no me lo dijeron, puse toda mi confianza en Dios, preparándome a morir por si era esa su Santísima Voluntad.

     Cómo sufría unas fiebres elevadísimas, no tenía noción exacta del tiempo que llevaba enfermo, cuando una noche, de repente, desapareció la fiebre, y quedé con la cabeza completamente despejada. Viendo tan aliviado pensé "esto es que yo ya no me muero". Y raciocinando conmigo mismo, "pero a que santo debo este favor" pues son muchos a los que me ha encomendado, y tan perplejo estaba en encontrar la solución que sin darme cuenta, hizo en alta voz la misma pregunta y oigo a mi derecha una voz que me dice "pregúntaselo a José María" tan profundamente pensativo estaba que no hice caso a la respuesta oída, y pregunté otra vez en alta voz; ¿Pero a que santo es a quien debo este favor de mi curación? y entonces siento a mi lado derecho; como si me dieran un codazo y oí muchos más fuerte que antes la misma voz que me decía "pregúntaselo a José María".

     Hay que advertir, que mi cama tocaba a la pared por mi lado derecho. Entonces cuando salí de mi cuarto y desperté a mi señora que tenía su lecho bastante separado del mío para que llamara a José María, (este es mi hijo mayor de 21 años, que desde el principio del glorioso movimiento peleó a las órdenes del coronel Redondo, y que estuvo herido grave de metralla, de la cual aún tiene dos trocitos dentro del costado).

     A mis voces se despertó mi señora sobresaltada, a la que le dije que llamara inmediatamente a José María, pues tenía que preguntarle una cosa muy importante. Creyendo mi señora que yo estaba delirando, encendió la luz y vino a mi lado y poniéndome la mano en la frente me pregunta que para que llamaba a José María; Entonces le dije, mira ya ves que no tengo fiebre, ya no me muero; y le conté todo lo que me había pasado. Entonces me dijo; Mira son las dos menos cuarto de la madrugada y si llamo a estas horas a José María se va a sobresaltar pensando que te vas a morir, pues en eso quedamos si le avisaba; mejor es que lo dejes hasta que él se levante.

     Así lo hicimos, y cuando bajó a mi habitación sin contarle nada de lo que me había pasado, le dije ¿ves? ya no tengo fiebre, yo ya no me muero como pensaba que me moriría aquella noche, y como me han encomendado a varios santos… A ti, ¿Quién te parece que me ha curado? y sin titubear y con una afirmación rotunda me respondió, "San Antonio Molle Lazo"¿y tú como lo sabes? le pregunté; y me respondió "mira papa" desde el día en que caíste malo te encomendé a San Antonio Molle Lazo, y empecé ese mismo día una novena, comulgando todos los días, pidiéndole tu curación, y como hoy es el último día de la novena, se conoce que él me ha concedido lo que con tanta fe le he pedido, pues ya sabes papá, que siempre que en campaña me encomendé a él, siempre salí bien de todos los peligros de muerte y esta vez te ha curado a ti, no lo dudes que ha sido este santo. 

     Entonces fue cuando le conté lo que horas antes me había pasado.

     

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